DIA 1: vuelo y llegada a Miami
Es martes y nuestro vuelo sale a las 15,25. No tenemos mucha prisa y nos da tiempo a rematar la maleta y prepararnos para llegar con 3 horas al aeropuerto.
Se nos da bien y pasamos los distintos controles muy rápido.
El avión son casi 9 horas q transcurren sin incidencias entre pelis, juegos y minisiestas. Aterrizamos a las 18,15 aproximadamente en Miami, pero nos toca pasar el control de inmigración, que va muy fluido, maleta, y alquiler de coche.
Con el tema coche, siempre nos pasa algo y solo diré que MLC no es una buena compañía y que lo barato lo es por algo. Entre otras cosas, nos quieren cobrar 19,90 por día por el Sunpass para los peajes, así que lo rechazamos, por ser un abuso, y nos pasamos el viaje sin poder coger carreteras de peaje.
Pero finalmente cogemos nuestro Toyota para los 16 días que tenemos por delante y ponemos rumbo al hotel con dos niños agotados que se duermen según montan en el coche.
Pero llegamos a nuestro hotelito en Miami Beach: el Shepley y damos el día por finiquitado!
Día 2: Miami Beach y la ciudad
Emma empalmó la siesta en el coche con la noche entera así que, a las 4-5 de la mañana empezó a despertarse hasta desvelarse del todo, por lo que el día empezó temprano para todos. Si lo hubiéramos pensado nos hubiéramos ido a ver el amanecer en la playa.
El desayuno empieza a las 7,30 así que bajamos pronto y lo encontramos bastante animado. Hay un pequeño buffet que tiene poca variedad, pero está ok.
Después de desayunar, vamos directos a la playa que es nuestro plan para la primera mañana en Miami, de tranquis.
De camino encontramos el paseo con un pequeño parque en el que nos sorprenden los lagartos e iguanas de impresionantes colores y tamaños, y también alguna ardilla.
A las 9 y poco ya estamos a remojo en un agua super clarita y una playa enorme y sin casi gente.
No salimos del agua hasta media mañana, hacemos snorkel (nos cupieron las máscaras en la maleta) y hacemos castillos.
No queremos torrarnos demasiado y queremos pasear por Miami así
que nos preparamos en el hotel y nos dirigimos a la parada del bus.
El del hotel nos comenta que necesitamos dinero en efectivo así que lo primero es cambiar algo de dinero, que luego no usamos para nada más.
El primer bus lo cogemos sin problema por 5 dólares en total los 4 (Dani y Emma no pagan) pero el trasbordo que nos indica Google no lo hacemos bien y vamos en dirección contraria. Así que llegamos a Little Habana en vez de a Wynwood Walls. Es tardísimo y no hemos comido así que nos quedamos por allí y pateamos un barrio rarísimo lleno de joyerías hasta encontrar un sitio que se llama el Bakon donde nos comemos unos burritos de pollo muy buenos para comer, casi a la hora de la merienda. A todo esto, lleva un rato cayendo la monumental (con el día que hacía por la mañana).
Nos llama la atención la cantidad de gallos y gallinas que
hay en la zona.
Después de comer, cogemos el bus 2 que esta vez sí nos lleva a barrio de los grafitis. Todo el barrio es espectacular, con todas sus paredes decoradas.
Pero también entramos al museo por 12 euros los adultos, que nos encanta, muy cuidado y original.
Las pilas de los niños parece que no dan para más, así que volvemos al hotel cogiendo el trolley y el bus 36, que nos lleva recorriendo otra zona de Miami y Miami Beach de casas cuquis.
Cogemos cena en el Mc Donalds y nos la comemos en el parque de los lagartos junto a la playa.
Y mientras estamos allí, nos encontramos con Julia, que vino sentada junto a Emma y a mí en el avión ayer. ¡Qué casualidad!
Nos vamos para el hotel mientras las pilas de los niños se
recargan sorprendentemente pero ya son las 9 y pico y todos tenemos ganas de
dormir.
Día 3: Everglades y Flamingo
Me levanto temprano para correr y ver el amanecer antes de ir a visitar los Everglades.
La primera parada es en el sitio de las excursiones en
hidrodeslizador. Lo hemos cogido con Getyourguide con la compañía
Coopertown q es de la primera que encuentras al entrar desde Miami.
No hay hora y te asignan el bote al llegar. Nos toca esperar unos 25 minutos mientras vemos una exhibición con explicación sobre las pitones y los caimanes.
La excursión son unos 40 minutos y es muy divertido y diferente. Coge velocidad y hasta derrapa entre unas vistas muy especiales.
No es la mejor época para ver caimanes al ser época húmeda y
haber mucha agua y hacer mucho calor. Aun así, conseguimos ver uno nadando
tranquilamente antes de volver.

Tras la excursión nos liamos la manta a la cabeza y ponemos rumbo a Flamingo Park a casi dos horas para ver manatíes, ya que el resto del parque lo podríamos ver el lunes o la vuelta de Orlando.
El camino se nos hace muy largo y monótono y cuando llegamos se ve todo muy apagado.
El primer objetivo es comer, y optamos por no coger el barco, pues el ultimo es a las 3 pero no nos da tiempo a comer e ir.
Según salimos del coche al llegar nos empiezan a atacar los mosquitos de una forma descontrolada y tenemos que rociarnos en spray y correr hasta el restaurante.
Después de comer, y nuevamente rociados, nos dirigimos a la zona de la marina para ver manatíes y no tardamos en escuchar un ruido que nos anuncia la presencia de algo que efectivamente resultan ser varios manatíes. Nos quedamos un rato observando y vemos que entre ellos también nadan cocodrilos tranquilamente.
Cumplido el objetivo y sin querer forzar ponemos rumbo de vuelta parando en alguno de los senderos, que se recorren muy rápidos, sobre todo, por la persecución a la que nos someten los mosquitos cada vez que paramos.
También paramos en el “Rober is here” a tomar un smoothie, siguiendo la recomendación de Kayla, a la que hemos conocido en el hidrodeslizador.
Ya de vuelta en Miami nos da tiempo a un bañito en la playa antes de cenar (sobre todo a Dani, que no quiere salir del agua).
Cenamos en la Española Way y a casa, que mañana toca hacer maletas y al barco.
Día 4: primer día crucero
Hoy nos toca embarcar en el crucero de MSC de 3 días a Bahamas. Tenemos hora de embarque a las 11,30-12 así que nos levantamos sin prisa y desayunamos, y nos queda tiempo para dar una vuelta en el parque al sur de la playa donde nos dijeron que a veces había iguanas. Pero solo vemos lagartos normales.
Para el embarque nos dirigimos a la zona de embarque C y
dejamos el coche en el garaje correspondiente. Todo es muy cómodo y rápido y
entramos en el barco sin incidencias.
Como hemos embarcado relativamente pronto nos da tiempo a aprovechar la piscina y los jacuzzis sin gente, después de hacer los trámites necesarios.
Nos dedicamos a conocer el barco, localizar lo que hay que hacer, probar los cócteles y todo lo que ofrece el barco.
Rematamos con un chapuzón en la piscina cubierta antes de cenar.

Día 5: Key West
El barco llega a Key West a las 9 de la mañana. No es una isla muy grande, así que nos tomamos con calma salir del barco.
Desayunamos (de maravilla) mientras atraca y empiezan a salir los más madrugadores.
Una vez fuera nos dirigimos a la playa del sur por Durvat St. Es la playa pública de la isla, y está bastante más sucia que la de Miami Beach por el tipo de arena. Pero para los niños está bien, con poca profundidad, y con muchos pelicanos apostados a pocos metros muy graciosos.
Refrescados tras el paseo hasta la playa hacemos check en el Southmost Point, aunque no hacemos cola para la foto., y probamos un coco por el camino.
Tampoco entramos a ver las mariposas o a la casa de
Hemingway o el faro... pues cada cosa cuesta 17 dólares por persona y nos
parece demasiado.
Nos dirigimos al cementerio donde no encontramos las famosas lapidas con dedicatorias graciosas, pero vemos un buen número de iguanas en libertad.
El calor empieza a poder con nosotros y decidimos recogernos
habiendo dado un buen pateo a la isla, y darnos un baño antes de comer.
Después de comer los niños prueban el miniclub mientras nosotros damos otra vueltecita por la isla, y aprovechamos también para ir al gim del barco.
Recogidos los niños del miniclub, nos da tiempo a otro bañito piscinero antes de cenar. Damos un paseíto por cubierta para ver el ambiente de la noche en blanco, que ayer no vimos, pero los niños están cansados y no nos dejan entretenernos mucho.
Día 6: Ocean Cay
El barco llega pronto a la isla, pero nosotros no salimos hasta las 9,30 aproximadamente después de desayunar, con la idea de ya no volver hasta la hora de zarpar.
Nos dirigimos a la playa más lejana paseando, aunque hay
carritos por toda la isla que te llevan a los distintos puntos de interés (el tamaño de la isla no lo requiere, pero la gente es vagueta).
No cogemos ninguna excursión, aunque dudamos con la de nadar con mantarrayas. Los 400 euros que nos costaría a los 4 nos hace verlo más claro.
En la playa del fondo nos colocamos junto a las rocas para hacer snorkel. Hay hamacas en toda la isla, y también bares de bebida. Hacemos snorkel, jugamos con caracoles y estamos en el agua hasta que decidimos cambiar a la playa del lago.
La playa del lago les gusta mucho a los niños porque además tiene plataformas en el medio. La pega es que tiene más algas y parece más sucia. Dani encuentra emocionado una caracola gigante que se quiere traer a Madrid (aunque está prohibido).
Estamos en el lago hasta las 14,30 que buscamos donde comer
encontrando que el bufette y algunos de los puestos han cerrado ya!! Un poco más
alejado sí encontramos un puesto donde hay burguer, hot dogs, pasta salad,
patatas y brownies así que salvamos la comida.
Recorremos el resto de isla, pero las playas del fondo a la izquierda y frente al barco están cerradas por mejoras, por lo que desandamos y nos vamos a South Beach, especial para niños, donde apuramos hasta la hora de marchar.
Pasamos el control con nuestra caracola en bolsa que se ve nítidamente en los rayos, así que, como sabíamos, nos dicen que no se pueden sacar de la isla y nos la "confiscan" para disgusto de Dani. Por suerte, llevamos varias pequeñitas de recuerdo para todos los amiguitos.
Ya en el barco nos vamos directos a la piscina y el spa hasta un poco antes de cenar. Aprovechamos para preparar la maleta que hemos de dejar en la puerta para recogerlas mañana ya desembarcados (muy cómodo y bien organizado).
Disfrutamos nuestra última cena, y nos vamos para el camarote, que al día siguiente desembarcamos temprano.
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