Nos toca madrugar para llegar a los trenes que reservamos el día anterior. Desde el hotel tenemos que coger dos trenes para llegar a Shin Osaka, donde sale el tren a Hiroshima. Con la puntualidad que caracteriza a los japoneses y a sus trenes, no tenemos ningún problema para cumplir con los horarios previstos a pesar de los trasbordos.
En Osaka hay que tener cuidado con la parada a la que uno va porque Shin Osaka Station, desde donde salen los shinkasen es distinta de la Osaka Station, y aunque unidas por trenes que pasan con cierta frecuencia, confundirlas puede suponer algún susto. Shin Osaka está mas alejada del centro, así que será la primera que encontramos al llegar a Osaka, y será la más lejana si lo que queremos es salir de la ciudad. El tren que cogimos desde Kyoto hacía parada en ambas, pero el tren hacía Hiroshima salía de Shin Osaka, y por ello lo de los dos trasbordos.
Llegamos a Hiroshima en hora y media desde Shin Osaka, y siguiendo el planning, no salimos de la estación, dejamos las maletas en las consignas, y nos vamos directos a Miyajima, en tren, para coger allí el ferry que cruza hasta la isla sagrada, famosa por su tori, el más grande de Japón. Los ferrys pasan con bastante frecuencia, y el de la marca JR está incluido en el JR pass. Hay otros ferrys así que ojo de ir en el JR.
El tori se ve desde que montas en el ferry. Donde te deja el barco, hasta la zona del tori son 10 minutos andando. Para verlo mejor hay que acceder a un templo que lo rodea desde tierra. La singularidad de este templo está en el agua, porque es completamente distinto según la marea esté alta o baja. Nosotros llegamos con la marea alta, de forma que los pasillos de madera que unen los distintos edificios del templo parecen puentes flotando sobre el agua, y el tori se alza a lo lejos completamente rodeado de agua.
Como anécdota, nos encontramos a muchos grupos de escolares haciendo pequeñas encuentas a los turistas para practicar el inglés. Nos paran a casi todos.
Como tenemos margen de tiempo, decidimos subir la montaña de detrás del templo, en teleférico, por el módico precio de 1800 yenes. Es un poco caro para lo que es, pero no contando con tiempo de sobra para trekkings es óptimo. Las vistas desde arriba son muy bonitas. Una vez arriba se pueden hacer otras rutillas pero de nuevo el tiempo marca nuestra agenda y tenemos que volver a Hiroshima para poder pasar allí la tarde.
Un autobús nos baja un poco, acortando nuestro camino al ferry. La marea para cuando volvemos ha bajado mucho y ya se puede ver la tierra alrededor del templo y del tori, aunque nosotros no nos acercamos para verlo desde cerca, que dicen que es impresionante por su tamaño. En cualquier caso, el templo es mucho más bonito con la marea alta.
Cogemos el ferry, y ponemos rumbo al tren para volver a Hiroshima, previa adquisición de algo de comida para el camino. Aunque las prisas nos juegan una mala pasada y solo nos sirven 3 de las 6 hamburguesas que pedimos sin que nos demos cuenta!!
De vuelta en Hiroshima intentamos reservar los asientos del día siguiente a Hakone, pero es sábado y comienzo de la Golden Week y no hay nada disponible para reservar! al final encontramos asientos en una combinación con dos trasbordos más lenta que mi alternativa inicial, y sin tener asientos reservados en el primero de los trenes! Nos toca madrugar al día siguiente para estar temprano y hacer cola en los vagones de asientos no reservables. No sabemos si habrá mucha gente como nosotros porque nos somos capaces de hacer que las personas que atienden vendiendo los billetes entiendan nuestra pregunta.
Cogemos las maletas de las consignas y vamos al hotel a dejarlas, y allí, de nuevo a la carrera, nos dirigimos al Museo de la Guerra tomando un autobús turístico, incluido en el JR pass, que nos deja al lado.
El museo cierra a las 17.30 pero dejan seguir visitándolo hasta las 18.00. Es recomendable ir con tiempo porque el museo es muy completo. Nosotros echamos un buen rato aunque es durillo, en especial la parte de abajo de testimonios. Pero desde luego, hay que verlo.
Después del museo, y ya sin prisas por los horarios de cierre, paseamos por el parque viendo la famosa llama eterna, que no se apagará mientras queden armas nucleares en la tierra, el monumento a los niños lleno de grullas de papel, la famosa cúpula que sobrevivió a la explosión, ...
Vistos los imprescindibles de Hiroshima nos dirigimos a su castillo para verlo por fuera porque ya está cerrado. Es similar al de Osaka con un parque alrededor.
Con una tarde podemos considerar vistos los imprescindibles de Hiroshima. Nos falta probar para cenar su plato más famoso: los okonomiyakis.
Así que una vez instalados del todo en el hotel, nos dirigimos a Okonomimura, bastante cerca del hotel (Urban Hiroshima), que es un edificio de varias plantas, todas ellas con restaurantes en su interior famosos por sus okonomiyakis. Nosotros elegimos quedarnos en la cuarta planta, por eso de pensar que cuanto más arriba más bueno y típico estará, y no probamos en el resto, y desde luego no defrauda. Pequeños restaurantes con una barra para 8-10 personas donde preparan la comida ante la atenta mirada de los que allí nos sentamos.
Con los estómagos llenísimos, paseamos por los alrededores. Yo les dejo inspeccionando locales de apariencias nada recomendables para tomar la última.
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